CIENCIA Y FÉ SON BUENAS

Como científico, pero también por mi propia experiencia, puedo decir que es muy difícil cambiar patrones repetidos de conducta, aunque queramos, como ocurre en cualquier adicción incluido adicción al trabajo, a la comida, a la pornografía, al sexo, a las drogas o al alcohol. Esto es una realidad, puedo estar dañándome, pero no puedo parar de hacer eso que me daña, especialmente cuando esta bien enraizada y por lo tanto ha cambiado conexiones neuronales en mi cerebro y memorias que asocian esa conducta con una recompensa que normalmente es el placer físico o emocional. Mi área de investigación durante los últimos 12 años ha sido el estudio de las memorias a nivel celular en modelos animales de adicción a drogas. En otras palabras, mis preguntas están dirigidas a saber que neuronas guardan la información de esas memorias, como se pueden eliminar o modificar esas neuronas para que se elimine una memoria especifica que relaciona un contexto con el efecto de diferentes drogas o comida “rica”. Puedo identificar neuronas que se activan después de varias semanas de abstinencia, cuando el animal se expone de nuevo a un contexto previamente asociado con la administración de una droga. La conducta del animal se puede medir por el número de veces que presiona una palanca que anteriormente producía la liberación de la recompensa en forma de droga o comida. Si elimino esas neuronas activadas por el contexto asociado a la droga o comida, localizadas en una región del cerebro y consigo disminuir o eliminar la conducta del animal de presionar repetidamente la palanca, entonces puedo comprobar que esas neuronas eran esenciales para generar esa conducta. O lo que es lo mismo, tengo una evidencia científica de que esas neuronas ‘guardan’ información sensorial relacionada con esa conducta. Este método racional se usa para probar hipótesis en el área de la Ciencia y se le llama método científico. Primero se crea una hipótesis sobre lo que puede estar ocurriendo y la causa. Estas hipótesis son teóricas hasta que se demuestran experimentalmente mediante datos cuantificables tanto a nivel conductual, como fisiológico, celular o molecular. Entonces las hipótesis seguidas por experimentos se convierten entonces en evidencias experimentales.

Yo creo que el método científico que se usa en la Ciencia se puede también aplicar al área de la Fe y la espiritualidad cristiana.  Nuestra Fe y religiosidad pueden ser el resultado de influencias familiares y culturales y por tanto se han convertido en hábitos repetidos con una determinada frecuencia o en determinados contextos. Por ejemplo, en mi caso particular podría decir que por varios años de mi vida creía en Jesús porque era ‘oficialmente’ católico, de una familia católica, bautizado a las pocas semanas de vida y además la inmensa mayoría de los que vivían en mi pueblo eran católicos e iban a la iglesia al menos los domingos. Durante los años que viví en mi pueblo, nunca conocí a una persona de otra religión, musulmán o hindú, por ejemplo. Ni siquiera conocía a ningún ateo como hoy en día conozco. Sin embargo, aun siendo cristiano católico practicante, carecía de lo que yo llamo ‘evidencias espirituales personales’. Eso de tener un encuentro con Dios o que Dios te hable era para mi ciencia ficción, misticismo para santos o simplemente imaginación.

La Ciencia puede darnos respuestas para entender las enfermedades y desarrollar tratamientos gracias a las evidencias científicas que demuestran su efectividad. No cuesta mucho convencernos y confiar en un médico especialista que está respaldado por haber estudiado por muchos años en la Universidad reconocida y haber practicado en un buen Hospital. No cuesta mucho aceptar y recibir el tratamiento que un especialista en medicina nos sugiere poque ha sido probado científicamente y hay evidencias de que ha funcionado en otras personas. Interesantemente, no necesitamos ser nosotros los que padecemos esa enfermedad para confiar en las evidencias científicas o en el medico que nos las explica. Por ejemplo, creemos y nos fiamos de los científicos y médicos que han estudiado la biología y los procesos genéticos que llevan a una célula normal a ser tumoral y reproducirse descontroladamente. Entonces, si somos diagnosticados con algún tipo de cáncer, parece obvio y simplemente fácil confiarnos en las manos del doctor y recibir quimioterapia, radioterapia o inmunoterapia. Es más, estamos convencidos de que ir al oncólogo es lo mejor que podemos hacer si nos diagnostican un cáncer. En resumen, podemos decir que las evidencias científicas y el currículo del médico son objetivamente convincentes aun sin ser ‘yo mismo’ el objeto de estudio o el experimentador. No necesito tener una historia de amistad previa con el medico que se va a hacer cargo de mi tratamiento para ponerme confiado en sus manos. En el área de la Fe (no teórica, sino experiencial), creo que hay una gran similitud con lo que he explicado anteriormente. La Fe entendida como el abandono confiado en las manos de Dios, el único médico especialista de nuestra alma y nuestro espíritu, un sanador reconocido a lo largo de la historia especialmente en los últimos 2000 años a través de Jesús y el poder transformador de sus palabras y el Espíritu Santo. La diferencia que encuentro en aplicar un método científico en el área de la Fe para tener nuestras propias evidencias espirituales personales, es que en lo referente a la Fe y espiritualidad yo debo ser el objeto estudiado y a la vez el experimentador, y el medico al que confiarme es Dios (y algunos testigos que ya han experimentado en su vida esas evidencias espirituales personales). Sin embargo, aunque crea que Dios puede sanar mis heridas y perdonarme, incluso creer en los testimonios de otras personas, lo que la Biblia o la Iglesia me dice, si esa fe no me cambia mi actitud y mis patrones de pensamiento y las conductas dañinas asociadas que me gustaría cambiar… En resumen, si esa fe no cambia mi manera de vivir (a mejor) y tratarme a mí y a los demás, entonces podría decir que tengo Fe, pero Fe sin evidencias, y por tanto una Fe muerta, sin obras (cf. Santiago 2, 26). Mis valores morales, los mandamientos, los pasajes de la Biblia que me he aprendido de memoria, están ‘guardados’ en mi mente en ciertas áreas del cerebro, pero algo pasa que no es suficiente para cambiar mis conductas no deseadas, y no me afecta mi ser en cuanto a cambiar mi forma de amar a los demás o a mí mismo. Cuando eso ocurre, y lo digo por experiencia, significa que aún no has probado o comprobado tu Fe y falta una experiencia de Fe que te lleve a tener una Fe experiencial y no solo teórica. No te asustes, porque no eres el único o única, no pierdas la poca Fe (teórica) que tengas, sólo necesitas buscar, pedir y finalmente encontrar tus propias evidencias espirituales. Evidencias espirituales que son personales, privadas y de alguna manera intransferibles. Como suelo decir, hay cosas en la vida que nadie las puede hacer por mí. Al igual que en la práctica no me sirve que un amigo vaya al baño en vez de mí cuando yo tengo ganas de orinar, con la misma lógica deberíamos entender que si mi amigo ha tenido una experiencia viva de Fe, un encuentro con Dios y su fuerza transformadora que le ha cambiado su vida, eso no va a cambiar mi vida si yo no vivo esa experiencia en primera persona. Reconozco que este tipo de método científico en el área espiritual no es una cosa original mía; hace unos 2000 años el apóstol Santiago, uno de los 12 amigos cercanos de Jesús, decía ‘muéstrame tu fe sin las acciones, y yo te mostraré mi fe por medio de mis acciones’ (Santiago 2, 18). Parafraseando esta frase, me atrevo a decir: Demuéstrame la fe que has aprendido (teórica) sin que yo pueda ver cambios en tu conducta, en tu forma de reaccionar y relacionarte con los demás; que yo, en cambio, te demostraré convencido mi fe (experiencial) a través de mis acciones y mi cambio de conducta en aquello que solo o con otro tipo de ayuda no podía cambiar.